Antonio José de Sucre y Alcalá, nació en Cumaná (Venezuela), el 3 de febrero de 1795. Hijo de don Vicente de Sucre y Urbaneja y de doña María Manuela de Alcalá. Su padre fue partidario de la independencia de su patria y de América, al igual que sus nueve hijos, posición que les costo muy caro, pues varios murieron trágicamente a manos de los realistas. Antonio perdió a su madre cuando contaba con 9 años de edad, pasando de inmediato al cuidado de su tío José Manuel de Sucre. A los 15 años tomó las armas como cadete en la compañía de húsares de Fernando VII, en la que su padre era capitán. El 12 de julio de 1810 la junta suprema de Cumaná lo ascendió a subteniente de milicias regladas. Un mes después la junta suprema de Caracas lo nombró subteniente del real cuerpo de ingenieros de Cumaná. En abril de 1811 pasó a comandar similar corporación en Isla Margarita y, al año siguiente, se le designó teniente comandante de artillería en Barcelona. Luego de la capitulación del generalísimo Francisco de Miranda (1812) y de la entrada de los realistas victoriosos a Caracas, encabezados por Domingo de Monteverde, Sucre huyó a Cumaná, permaneciendo en ese lugar pese a tener pasaporte para viajar a la isla de Trinidad.
Cuando las tropas del general Santiago Marino llegaron a los alrededores de Cumaná en 1813, Sucre y sus hermanos se incorporaron a sus fuerzas.
En 1814 figura como primer ayudante del general Marino en Cartagena, y después de la evacuación de esta plaza pasó a Trinidad. En 1816 salvó de un naufragio y a los pocos meses ya estaba de comandante del batallón de Colombia. Pasó luego a servir directamente bajo las órdenes del Libertador Bolívar. Comandó el batallón Orinoco desde el 4 de septiembre de 1817, y ese mismo año Bolívar le concedió el grado de coronel, nombrándolo gobernador de Guayana la Vieja y comandante del Bajo Orinoco. Pasó después a jefe de estado mayor del ejército de Oriente hasta 1819. En 1820 fue comisionado para comprar armas y municiones en las Antillas y el mismo año llegó a jefe del estado mayor del Libertador y ministro de Guerra Interino.
Antonio José de Sucre y la liberta de Ecuador
A comienzos de 1821, Bolívar le encargó en Bogotá la jefatura del ejército del sur de Colombia. Con estas fuerzas pasó hasta El Trapiche, Popayán, Cali y Buenaventura; en Cascajal se embarcó rumbo al Guayas, arribando en marzo de ese año. Apenas llegó a Guayaquil, la junta patriota puso bajo sus órdenes a los soldados guayaquileños. Resultó herido en el combate de Guachi del 12 de setiembre de 1821, pero triunfó en Riobamba en abril de año siguiente. El 24 de mayo consiguió la libertad de Ecuador con el triunfo de Pichincha. El 18 de junio Bolívar lo ascendió a general de división. A fin de año sometió Pasto a las fuerzas libertadoras y regresó a Guayaquil.
Sucre dio permanentes muestras de un gran humanismo, socorriendo no sólo a los desvalidos y menesterosos, sino que siempre que pudo impidió las torturas y la muerte a los vencidos. Su generosidad se extendió más aún al propiciar el aumento del número de escuelas en varios pueblos del Ecuador. En Quito fundó El Monitor, primer periódico republicano del país del Guayas. En 1823 Bolívar lo nombró jefe de las tropas colombianas auxiliares del Perú y comisionado ante ese gobierno.
Sucre y su ayuda al Perú
El 30 de mayo el Ejecutivo peruano lo designó como jefe del ejército nacional y, desde Pativilca, el 13 de febrero del año siguiente, Bolívar le confió la jefatura del ejército unido, integrado por peruanos, argentinos, colombianos y chilenos. Sucre organizó las tropas que salieron victoriosas contra los realistas en Junín el 6 de agosto de 1824; y el 9 de diciembre venció en Ayacucho en la que se considera la batalla decisiva de la independencia americana. Por tan brillante trayectoria, Bolívar lo nombró gran mariscal el 26 de diciembre, título confirmado por el Congreso peruano como gran mariscal de Ayacucho. El 14 de febrero de 1825 el Congreso de Colombia lo ascendió a general en jefe de su ejército nacional. Fue luego designado jefe militar de Bolivia, entonces conocida como el Alto Perú, y la Asamblea convocada le encargó el mando supremo; poco después, el 26 de mayo de 1826 el Congreso boliviano lo eligió presidente de la República. Su intachable conducta lo expuso a las intrigas de algunos extranjeros malintencionados, resultando herido en el motín de Chuquisaca. En abril de 1828 regresó a Colombia y el 28 de octubre fue nombrado jefe del ejército de ese país triunfando en Tarqui contra el ejército peruano el 27 de febrero de 1829. Al año siguiente el pueblo de Cumaná lo eligió representante ante el Congreso Admirable, en el que resultó designado su presidente; aquí le encargaron evitar la disolución de la Gran Colombia y no lo consiguió. Regresó a Bogotá, siguió a Quito, y el 4 de junio de 1830 murió asesinado en Berruecos. Estuvo casado con Mariana Carcelén, marquesa de Solanda y Villarrocha, a quien conoció en Latacunga; con ella tuvo una hija llamada Teresa, muerta en Quito al poco tiempo de su fallecimiento.
En 1995 al celebrarse el bicentenario de su nacimiento hubo sonadas celebraciones a nivel continental, tanto en su tierra natal como en todos los países vecinos que le adeudan su libertad.