Juana Alarco de Dammert, filántropa, benefactora de la infancia. Nació de una ilustre familia, en Lima, el 27 de mayo de 1842. Hija de Julián Alarco y de Mercedes Espinoza. Asistió a la escuela que estaba a cargo de Cruz Andrade de Noel y recibió clases particulares de francés y música. Contrajo matrimonio con el comerciante alemán Juan Luis Dammert, originario de Hamburgo, el 31 de diciembre de 1861 y viajó en su compañía a Francia. En el grato ambiente parisino se dedicó a la lectura, mientras su alma ganaba interés en la asistencia médica y social de madres y niños. En 1886 regresó al Perú, y se vio obligada a restaurar los daños que la ocupación chilena había causado sobre su patrimonio. Ese mismo año quedó herida por la pérdida de su hijo primogénito. Pensando remediar esta falta con la dedicación amorosa a otras madres y niños, fundó en 1894 la Sociedad Auxiliadora de la Infancia. Un año más tarde, movida por las violentas disputas entre caceristas y pierolistas, se asoció con un grupo de damas para organizar un hospital de sangre, que se ubicó en el portal de San Agustín. En ese lugar encontrarían los caídos no sólo el consuelo que sus dolencias físicas demandaban, sino también los cariños y las suaves atenciones. Al pasar el conflicto todos regresaron a casa, pero fue entonces cuando quedó patente el desamparo de los niños que habían quedado huérfanos en esa guerra. Juana Alarco de Dammert promovió enseguida un movimiento de solidaridad social en favor de tales niños, fundando en 1896 la Escuela Maternal, sostenida y fomentada por la Sociedad Auxiliadora de la Infancia. Alrededor de cincuenta párvulos fueron albergados ahí, donde recibían alimentación y enseñanza. Como anexo se instaló un consultorio de atención médica gratuita.
Desde ese momento quedó consagrada la señora Dammert como la madre de todos los niños desgraciados. No limitándose únicamente a recibir a los párvulos en la escuela, extendió su protección a toda clase de hogares con problemas. El 21 de octubre de 1900 realizó la primera kermesse benéfica para obtener fondos con destino a obras sociales. Por esa época la Beneficencia Pública donó una finca para establecer una cuna maternal, la cual se fundó en 1902 para atender a los niños de madres trabajadoras. Esta cuna o guardería ha servido de noble ejemplo y paradigma para superar la antigua casa de expósitos; no faltaron allí esterilizadoras modernas, estufas de desinfección, sanatorio, jardines, baños, alegría, contemplación y mucho amor. Su espíritu siempre vigilante por el bienestar de los niños hizo que propiciara la creación de las escuelas climáticas infantiles y la distribución de leche en las escuelas nacionales; promovió el envío de los niños pobres a las playas u otros lugares propicios a la recreación. Al celebrarse las bodas de plata de la Sociedad Auxiliadora de la Infancia, en 1919, se brindó reconocimiento público a la tarea prestada por esta dama y, tres años después, la municipalidad de Lima inauguró una estatua suya, en una plaza pública que hoy lleva su nombre, como testimonio de su labor benefactora de la infancia peruana.
Recordemos, por último, que Juana Alarco de Dammert fue la principal gestora de la fundación del hospital del Niño, inaugurado en 1927. Por su constante labor de ayuda a la infancia peruana, que prosiguió todavía en avanzada edad, se le conoce como “la abuelita de los niños”. Murió el 2 de agosto de 1932 en Lima, a los noventa años.