Existe consenso entre investigadores que la hipótesis propuesta por Larco Hoyle es correcta y que la cultura Gallinazo se originaría en el valle de Virú, tal como lo demostraría su rápida difusión del sur al norte.
Entre los siglos II y III d.C. la cultura Gallinazo que cubre una extensa parte de la costa entre Piura y Huarmey, aparece de manera intempestiva en el Alto Piura donde se desarrollaba en esta época el estilo Vicús. Por otro lado, el valle de Virú mostraba en los primeros siglos de nuestra era evidencias de un poder político centralizado y eficiente.
Templos atenazados
En la parte baja del sitio de la cultura Gallinazo se construyeron varios templos atenazados rodeados de arquitectura doméstica de elite. Las casas tenían trazo ortogonal y un característico diseño de panal de abejas con varias unidades domésticas accesibles por medio de corredores. Carácter monumental tendrían también varias construcciones cuya función podría compararse con los sitios fortificados Salinar. Como ellos, combinaron componentes arquitectónicos de carácter ceremonial (pirámide, plataforma, recinto cercado) con altas murallas.
El Castillo Tomabal
Es el más imponente entre estas fortificaciones que parecen proteger el acceso al valle desde el sur y desde la sierra. Se cree que la red de canales cubría toda el área disponible para el riego de gravedad. De hecho, varios asentamientos y sitios ceremoniales guardaron estrecha relación con ella. La mayor concentración de asentamientos documentados se encontraron cerca de las bocatomas de los canales.
Estas evidencias relativamente recientes ponen en el tapete el problema de realidades históricas que se esconden detrás de estilos, producto de clasificaciones arqueológicas basadas en lo encontrado en las excavaciones.
Alfarería utilitaria y cerámica ceremonial
A partir de los hallazgos de restos Gallinazo asociados con los Moche, Makowski ha presentado recientemente una interpretación. A diferencia del estilo Gallinazo, cuyas características formas de alfarería utilitaria podrían corresponder a hábitos de producción de un pueblo concreto, el estilo Moche comprende casi exclusivamente a la cerámica ceremonial (botellas, cántaros, vasos en forma de campana, cancheros) encontrada en entierros y templos.
La mayoría de objetos en cerámica, metal y textiles calificados como Moche por arqueólogos fue confeccionada por especialistas que manejaban técnicas y diseños sumamente sofisticados. Estos objetos por su forma y decoración servían de parafernalia al culto oficial y fueron decorados con motivos que aluden a mitos y rituales, con los cuales se sustentaba la doctrina del poder. El número de estos objetos en los entierros aumentan proporcionalmente con la jerarquía social del difunto. La relación entre la arquitectura Moche y las estructuras del poder es evidente.
Estado supraétnico y élites
Para Makowski el estilo y la cultura Moche fueron expresión material de un estado supraétnico. Las elites Gallinazo conquistaron la costa norte y mantuvieron la conciencia de su origen común a pesar de la posterior fragmentación política. Con la conquista y la pasajera integración política de varios valles nacieron las estructuras de un estado cuya ideología se expresó en la pompa fúnebre de los gobernantes y en la característica iconografía, ambos atributos de la cultura Moche I.