Pedro de Toledo y Leyva (1585 – 1654) fue el XV virrey del Perú y primer marqués de Mancera. Nació en Madrid hacia 1585. Hijo de don Luis de Toledo y de doña Isabel de Leyva. Según sus propias palabras, “se había criado en las galeras, y la marina era su profesión y afición”. Participó en la campaña que el príncipe Doria condujo contra Argel (1601) y al mando de cinco galeras intervino en la defensa del estrecho de Gibraltar, atacado por los moros (1607). Después fue nombrado miembro del consejo de Nápoles y se desempeñó como gobernador en Galicia y en Orán.
Gentilhombre de cámara del rey y titular de la encomienda de Esparragal en la orden de Alcántara. Fue honrado con la dignidad marquesal de Mancera en 1623.
Nombramiento de Pedro de Toledo como virrey
Ocupaba una plaza de ministro en el consejo de guerra cuando el 24 de febrero de 1638 se firmaron los reales despachos que lo investían como virrey, gobernador y capitán general del Perú y presidente de la audiencia de Lima.
Se embarcó en Cádiz junto con su esposa, doña María Luisa de Salazar y Enríquez, y su hijo don Antonio Sebastián de Toledo. Al cabo de una larga travesía, fue recibido solemnemente en Lima el 18 de diciembre de 1639. Su período de nueve años, denso de acciones gubernativas, coloca a este personaje en un sitial de relieve dentro de la serie de mandatarios virreinales del siglo XVII. Ante las frecuentes incursiones de los piratas, y aconsejado por su experiencia militar, dispuso la fortificación del Callao con una muralla de trece baluartes y 75 cañones de pesado calibre (1640). También se ocupó de erigir fuertes y guarniciones de vigilancia en los puertos de Arica y Valdivia, introdujo el uso de papel sellado, dispuso la venta y composición de tierras a lo largo de todo el virreinato, mecanismo gracias al cual recaudó dos millones de pesos para la Corona. En 1645 visitó las minas de azogue de Huancavelica, con el fin de reformar su administración y asegurar el aprovisionamiento del líquido metal. Fomentó “la conservación, buen tratamiento y alivio de los indios”, pero reconociendo que éstos tenían por enemigos a los corregidores, curas y caciques, quienes ninguna preocupación mostraban por obedecer las providencias dictadas para el amparo de los súbditos nativos. El continuo avance de los mercaderes portugueses le dio motivo, por último, a tomar algunas medidas en defensa de Buenos Aires. Entregó el mando del virreinato peruano el 20 de setiembre de 1648 a su sucesor, García Sarmiento de Sotomayor, conde de Salvatierra. Don Pedro de Toledo y Leyva salió airoso del juicio de residencia, efectuó el viaje de regreso a la metrópoli y falleció en la corte de Madrid el 9 de marzo de 1654.