José de Armendáriz, primer marqués de Castelfuerte y XXVIII virrey del Perú. Nació en Ribagorza (Navarra) en 1670. Hijo de Juan de Armendáriz Irisarri y de Josefa de Perurena y Muguiro. Se dice que fue el más distinguido militar que vino de la península a ejercer un cargo en el virreinato, debido a que fue el único que llegó al Perú ostentando el título de capitán general del ejército. De hecho, había empezado su carrera como capitán de caballería, participando durante la guerra de Flandes en los encuentros de Fleurus (1690) y Neerwingen (1693). Tuvo más tarde un notable desempeño en la guerra de Sucesión, sirviendo como maestre de campo del cuerpo de dragones en Cataluña; en esta condición asistió al sitio de Palamós y la campaña sobre Barcelona.
Ascendido sucesivamente a brigadier y mariscal de campo, participó en la guerra de Portugal y en el sitio de Gibraltar (1704). En las etapas conclusivas de la gran contienda encabezó las huestes reales en la batalla de Lagudina (1708) y tuvo acción decisiva en la de Villaviciosa (1710), que definió en gran medida el triunfo del partido de los Borbones. Estas meritorias campañas le valieron la obtención de la orden de Santiago, la posesión de las encomiendas de Montizón y Chiclana, y el título de marqués de Castelfuerte que se le concedió en 1711.
Durante el reinado de Felipe V intervino en la pacificación de Aragón, ejerció la gobernación de Tarragona y tomó parte en la guerra de Sicilia, contribuyendo a la victoria de Francavilla (1718).
José de Armendáriz como virrey del Perú
Se desempeñaba como gobernador y capitán general de Guipúzcoa cuando, en 1723, recibió los despachos que le nombraban para el virreinato del Perú. Salió del puerto de Cádiz, y en su tránsito por el istmo de Panamá adoptó severas medidas para combatir el comercio clandestino de los ingleses y las incursiones de los piratas.
En Lima tomó posesión oficial del gobierno el 14 de mayo de 1724. Tuvo aquí entre sus principales asesores al polígrafo criollo Pedro de Peralta Barnuevo, a quien le encomendó después la redacción de su prolija memoria de virrey.
El investigador británico Adrián Pearce, que ha estudiado recientemente el significado político de la administración del marqués de Castelfuerte, señala que este gobernante tuvo la virtud de imponer un programa de reformas alineado al estilo y prioridades de la casa de Borbón, poniendo así término a la turbulencia e ineficacia que habían caracterizado la administración virreinal del Perú en las décadas precedentes. Castelfuerte representa el arquetipo de los oficiales al servicio de la dinastía borbónica, dispuesto a ejecutar agresivamente los principios del regalismo y a hacer prevalecer los intereses del Estado. Entre otras medidas importantes, se esforzó por restaurar el sistema de las flotas y reducir el contrabando (de franceses e ingleses) en el tráfico comercial ultramarino. Con una conveniente asignación de tropas y la fortificación de Panamá, Cartagena y el Callao preservó las costas del territorio virreinal. Ordenó la ejecución del rebelde José de Antequera (1731), quien habiendo sido enviado como juez pesquisidor de una acusación contra el gobernador de Paraguay, Diego de los Reyes, apresó a éste y se apropió de la gobernación, enfrentándose frontalmente a la autoridad del virrey. Armendáriz dejó finalmente el gobierno en manos de su sucesor, el marqués de Villagarcía, el 4 de enero de 1736. Se embarcó en el navio “San Fermín” con rumbo a Acapulco, y de este lugar prosiguió su camino a España. La corona premió halagüeñamente sus méritos con el collar del Toisón del Oro, la más elevada de las condecoraciones hispanas.