La ciudad inca de Machu Picchu fue aparentemente abandonada por sus habitantes en el siglo xvi. Lo que la hace única es que nunca llegó a ser descubierta por los españoles y no fue destruida, por lo que nos proporciona una magnífica imagen de lo que era una ciudad inca.
En julio de 1911, un explorador y arqueólogo norteamericano llamado Hiram Bingham partió de la ciudad de Cuzco con una expedición para encontrar la ciudad inca de Vilcabamba. Bingham sabía que la ciudad sucumbió ante los invasores españoles de Perú en 1572. Sin embargo, no se sabía realmente dónde se encontraba la ciudad y Bingham estaba decidido a encontrarla.
Hiram Bingham encuentra Machu Picchu
Con varias mulas cargando su equipaje, Bingham y su equipo se dirigieron hacia el noroeste, siguiendo el río Urubamba. Cinco días y unos 100 kilómetros después, Bingham se encontró con un campesino que afirmaba que había ruinas antiguas en una montaña cercana. Al trepar por ella, Bingham y sus compañeros encontraron algunos muros de piedra cubiertos de enredaderas y musgo. Luego vieron edificios de granito blanco, parcialmente ocultos por la vegetación. Bingham había encontrado los restos de una ciudad inca que eran, como escribió después, «unas ruinas tan maravillosas como no se habían encontrado nunca en Perú».
No obstante, Bingham no había encontrado Vilcabamba, sino los restos de una pequeña ciudad inca fortificada que una vez tuvo unos 1.000 habitantes. Está situada en una escarpadura entre dos montañas, una llamada Huayna Picchu y la otra Machu Picchu, de la última de las cuales recibió su nombre.
Machu Picchu, una ciudad bien planificada
Machu Picchu fue construida en el siglo XV. Probablemente formaba parte de las posesiones reales del inca Pachacútec (quien gobernó entre 1438 y 1471). Entre los edificios de la ciudad hay casas tanto para la clase dirigente local como para los trabajadores residentes, que se encargaban de los terrenos cultivados de los alrededores. La ciudad estaba cuidadosamente planeada y es probable que los arquitectos incas que la diseñaron utilizaran maquetas de arcilla o piedra para guiarlos. Los edificios están dispuestos a distintos niveles y se llega a ellos mediante escaleras. El centro de la ciudad es la Gran Plaza. Se trata de un vasto espacio abierto en donde tenían lugar amplias reuniones y se realizaban anuncios públicos. La plaza está flanqueada en todos sus lados por grandes y bien construidos edificios de piedra, en los que vivían los nobles.
En torno a la ciudad, para conseguir terrenos de cultivo, se cortaron terrazas en la montaña, colocando como contención muros de piedra para evitar que el agua se llevara la tierra. Numerosos canales proporcionaban el agua necesaria para cultivar.
Viviendas de la clase trabajadora en Machu Picchu
Los artesanos y trabajadores tenían casas pequeñas situadas lejos del centro de la ciudad Estos humildes hogares tenía tejados forrados con hierba y generalmente una única habitación para albergar a toda la familia. Las familias emparentadas vivían en grupos de entre dos y ocho casas pequeñas agrupadas en torno a un patio. En este espacio abierto común, las mujeres cocinaban sobre pequeñas estufas de arcilla.
Adoración al Sol en Machu Picchu
Bingham también descubrió dos templos. Son pequeños, sencillos y probablemente no tenían tejado, para que los incas pudieran observar el Sol, las estrellas y la Luna, a los que creían dioses. El Sol era el dios más importante y se pensaba que era el padre divino de los reyes incas. Parece que en Machu Picchu el Sol era adorado en una pequeña colina cerca de los dos templos. Allí hay una pequeña plataforma de piedra que soporta un corto pilar. Recibe el nombre de Intihuatana, el «poste para atar el Sol». En invierno, en uno de los días más cortos del año, los sacerdotes incas «ataban» simbólicamente el Sol al pilar para asegurarse de que al año siguiente regresaría para calentar la tierra y hacer germinar las cosechas.
Artesanía y metalurgia en Machu Picchu
Los hallazgos arqueológicos en Machu Picchu demuestran que los incas eran hábiles trabajando el metal y la piedra. Mezclando cobre con estaño crearon bronce, con el que hicieron hachas, cinceles y cuchillos. También fabricaron martillos y cuchillos de diorita, una roca muy dura. Con esquisto fabricaban hilos de cuentas. No obstante, para gran desilusión suya, Bingham no encontró grandes tesoros artísticos ni oro. Algo sorprendente, pues los incas eran famosos por su trabajo del oro.
Muchos de los objetos que encontró Bingham aparecieron enterrados en tumbas. En total se encontraron más de cien enterramientos, con 173 esqueletos, la mayoría de ellos de mujeres. El enterramiento más interesante es el de una mujer de mediana edad. Tras estudiar sus huesos se ha podido saber que murió por enfermedad. Junto a ella había un espejo de bronce, un cuchillo con mango en forma de pájaro volando y unas pocas fibras de lana procedentes de algún tipo de tela. En otros enterramientos Bingham encontró cuencos para beber, alfileres para sujetar la ropa, pinzas de bronce y cuchillos ornamentales.
No se sabe por qué abandonaron Machu Picchu. Es posible que debido a una epidemia o a la guerra civil, pero ya que la ciudad estaba tan bien escondida, sus ruinas han sobrevivo para contarnos su historia.