El mandato de José Luis Bustamante y Rivero enfrentó una difícil situación social y política, pero a pesar de ello mantuvo vigente el Estado de derecho y las garantías individuales. El predominio del APRA en el Congreso enfrentó a los poderes Ejecutivo y Legislativo constantemente. El APRA intento fiscalizar la información de la prensa mediante una ley de prensa, conocida como la mordaza. Bustamante tuvo que hacer frente a la crisis política que se desató después del asesinato del director del diario La Prensa, Francisco Graña Garland, por apristas como Héctor Pretel, Alfredo Trello y otros. La situación llegó al punto de tener que declarar un receso parlamentario, en julio de 1948.
La Doctrina de las 200 millas
En 1947 el gobierno del presidente Bustamante y Rivero asumió la doctrina del derecho del aprovechamiento de los recursos marinos contenidos como parte de nuestra soberanía marítima en una extensión de 200 millas. Dicha doctrina fue sostenida por el presidente estadounidense Harry Truman, en 1945, y aunque no precisaba su extensión, fijaba una profundidad de la zona marítima inmediata a las costas de una nación en 200 millas. Perú, Chile y Ecuador coincidieron en reclamar 200 millas de uso preferencial y de soberanía. Aunque las potencias solo admiten de tres a doce millas como mar territorial, el 18 de agosto de 1952, las mencionadas naciones sudamericanas firmaron la declaración sobre la zona marítima, que proclamaba la soberanía y jurisdicción de las 200 millas marítimas, en Santiago de Chile.
El levantamiento aprista
El 3 de octubre de 1948, el APRA inició una sublevación en el Callao con apoyo de algunos miembros de la Marina, como el capitán de fragata Enrique Águila Pardo y el capitán de corbeta José Mosto y otros del Ejército, como el mayor Victor Villanueva, y un grupo de civiles. El levantamiento fracasó y algunos apristas se asilaron en embajadas, como Haya de la Torre en la de Colombia. El violento intento de tomar el poder de los apristas y la falta de decisión de Bustamante y Rivero marcaron un nuevo fin para la democracia.
La caída del gobierno de Bustamante y Rivero
La crítica situación hizo pensar a un sector de la población en la sinrazón de la democracia. Estas ideas apoyaron la creencia de que el Perú necesitaba un gobierno de mano fuerte incitando la revolución restauradora de Arequipa. Los militares, con Odría a la cabeza, creyeron que eran los únicos capaces de gobernar el país haciendo uso de la fuerza.